jueves, 16 de febrero de 2012

Fabian Garcia

La carne cubre el hueso con más o menos éxito

O decoro

Y el tema nos convoca interminablemente.

Respiramos la carne,

la compramos, filmamos,

la marcamos, mordemos,

la mutamos, hablamos,

de sus dotes hasta diluirla.

La desgarramos en nombre de cualquier tontería.



El hueso en tanto apuntala en sombras

Para que la comedia siga lastimándonos

Y nunca sale a recibir aplausos.

Hilo del títere,

el hueso es verdadero,

por eso nunca tendrá buena prensa.





Ni será blanco hasta no liberarse.


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Mi soledad no es mía:
este dolor es parte del estruendo ambiente
tanto como el vocalizar interminable de los otros
o el odio presente hasta en los abrazos.

No estoy ahí, pero mi oscuridad se empaca.
Ya probé con linternas y velas, sin éxito.

De cortar por lo sano miraría al sol.
Pero no me fío de mis propios ojos.

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Hay una hormiga negra sobre la pared blanca
Viniendo y yendo
En busca del sendero que la lleva a las suyas
A la tierra labrada en la que se guarnece.

Pero es un muro lo que transita ahora
No hay tierra, ni siquiera polvillo
Porque lo desinfectan todas las mañanas.

No hay hojitas para transportar
Ni antenas hermanas a las que pasar datos.

Aún así la hormiga sigue arriba-abajo
o en círculos tratando
de volver tierra lo que pisa en vano.

No es la única en su lucha.


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Anoche las moscas se tomaron el agua de los mares
Hoy los peces se hunden en el barro y mis hermanos
Les arrancan los ojitos brillantes
Porque los creen premios a su esfuerzo.

Yo camino entre ellos:
Pisando a los muertos desojados
Me alejo de la fiesta barro adentro.

Si lejos de la costa el mar fue mas profundo….

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-Estas viejo y mas gordo- dijo el pájaro desde el patio, mirando con desdén al gato, que reposaba dentro de la casa- ¿Que fue del cazador aquel? En otra época, ya habrias tratado de matarme.
Desperezandose, el otro respondió desde la sombra:
- Eso es muy cierto, no soy el cazador de antes. Ya no podría saltar y alcanzarte. Dejé, además, de recorrer lo que fuera mi territorio. Prefiero descansar en mis recuerdos.
-¿Y se parece-dijo el pájaro, dando saltitos de baldosa en baldosa- en algo el placer de la remembranza al de la caza?
- La verdad es que no. Pero es de gatos sabios aceptar el declive - contestó el gato, viendo desde la sombra avanzar hacia el patio a un gato enorme y joven- De todas formas, en lo que a vos concierne, te informo que en la vida no hay papel sin intérprete. Jamás queda vacante un territorio de caza.
La ultima frase la dijo para sí. Ya habia muerto el pájaro.


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1 comentario:

Emiliano dijo...

"el odio presente hasta en los abrazos" muy bueno!