martes, 10 de febrero de 2009

Dafne Mociulsky

El mundo no es un lugar cómodo

Escribir en el bondi te trae.
Escribir en el tren te aleja.
En el living de mi mente
los pensamientos abanican
a un ladrillo.
El sol te queda feo
y la noche te queda larga.
Extraño al agua,
antes de hacerse hielo.
El frío te llama.
No siempre el silencio
te va a tapar los oídos:
Yo te hablo poesía.


*************************

Voy a percibir la inmensidad
mientras mire una burbuja
suspendida en el cielo
de la vereda de enfrente.
Y una pregunta añeja
me será revelada
por un ser en pantuflas
en el almacén,
cuando me ate los cordones
esperando mi turno.
Quizás encuentre a la verdad sentada
en un asiento del fondo del 326
yendo al Hospital Posadas.
Por las dudas,
voy a escribir algo en la pared,
pero después de arrojar
unas piedras en la vía muerta.
Si realmente está muerta,
no va a llorar las extrañas ofrendas
de perros y gatos
decorosamente muertos.
Si alguien me contesta, invento otra pregunta.

PASILLO

Veo sólo una recta de cielo,
cruzado por broches, cables y luces.
Se dibujan sombras de sombras
en la pared con sol - que presenta un falo más arriba-
(pero es el cadáver de un aire acondicionado)
Hay dos o tres charquitos, unidos por
canales de Panamá
y alcanzan para reflejar
las italianas caras de los ladrillos.
A lo largo,
unas esporádicas plantitas,
parecen esbozos de radichetas
que crecen apretujadas entre el cemento.
Cada vez que se oye el fluir
del agua cayendo de la casa de arriba,
el aire se pone fétido
por un instante.
Una hormiga cruzó por el poema
y lo terminó.

RIO PODRIDO I

¿Será envidia?
nunca me dibujé
una sonrisa
Quizás le eché demasiadas culpas
al río que me corresponde,
¡No puedo perdonarle que no tenga plata!
Leo a los enamorados
y siento que los quiero ahogar.
Spinetta nunca vio un tren.
Me resbalan las cegueras ajenas,
yo nunca vi un amor
que no sea hermano de los cactus.
¿Será envidia?
En mis fantasías
el Flaco y Alejandra se besan.
En serio, ¿qué tengo contra los felices?
¿qué pasa?
Y se me ocurre contestarme:
que me voy a exorcizar
cuando Buenos aires tenga playa,
es decir, cuando sea más bonita que sus hijos
(y tal vez la deje)


RIO PODRIDO II

Cuando salgo a canjear
palabras por monedas
y los extraños me dicen
que no me entienden,
no sé con qué corazón contestar.
Estoy escribiendo furtivamente
en la última hoja que me queda,
no podría perdonarme un error
o una presición fallida,
porque son las 4:20 de la mañana
y en mi barrio no hay kioscos
con los ojos abiertos a semejante hora.
Si me equivoco, o digo una boludez
tendré que salir a la vereda
y pedirles disculpas a los árboles de mi cuadra,
luego a los de enfrente,
luego a todos los del barrio,
salir de gira,
que me perdonen hasta los yuyos,
¡qué bueno!
si hago eso...
a lo mejor, podría dormir.

Un segundo y cambio

Telepatía
miedo-abrazo-miedo
dos platos
ningún comensal
vaso lleno de incertezas.
Inventar al amor
y sólo mirarlo.
Miedo al silencio
abrazo, vicio, abrazo.
Manuscritos
que se caen a la lluvia
y se borran.

*************************

Fugacidad
Sucedió un poema
cuando nuestros zapatos
cayeron al piso.
Un aplauso.
Yo lo vi cuando pasò
y juré decirle algo.
No siempre me escucho cuando me grito
y ahora tengo las manos secas
por falta de tinta.
Mutaciòn.
El poema se bajó del escenario
y su presente es otro grito mudo
un pensamiento durante el mate
un puñado de metàforas
que me atacan en los colectivos.
Es que en este mundo imaginario
nadie sabe callarse
no se consigue ningún silencio
y todo grita, pincha, lastima,
muerde y me escribe.
Cada poema que me pasa
me escribe
y yo lo regurgito
sobre las hojas
o pantallas.

Entre El Palomar y Sarandí


Paredes entre nosotros
Kilómetros, casas, gente, pasto
La ciudad en el medio de tu cama y la mía.
El teléfono crea ilusiones de acercamiento.
El Palomar, higueras, moreras, nísperos
La vía muerta muestra sus dientes de león.
Me hundo en un libro,
cada tanto me sacude una curva.
Pasan las palabras más que la brisa.
Avenida General Paz
Y hay ruido
Paz general no, el murmullo asciende.
Dejo de leer para ser ventana
Árboles tristes, árboles geniales
Periferias, ciudad, embudos de cemento.
Ya puedo contar millones de personas
desde que salí de casa.
Colectivos que se arrastran cansados
Por calles de nombres que se repiten.
Trenes tronando.
Bocas que no hablan, bocas de subte.
Perros, palomas, gatos ocasionales.
Los bosques de Palermo
Retiro y me retiro
para seguir rodando hacia vos.
Paseo colón, y yo que no paseo.
Me impaciento. Me canso.
Parque Lezama, barrancas y barracas.
No quiero mirar hasta llegar a Dock Sud
Restos de basura veraneando en el riachuelo
El Río de la Plata se ve lejano
como un poema volando al viento.
Puentes, brazos de hormigón
Enredados en orgías automovilísticas.
El bingo de Avellaneda y ya te siento cerca
Libros terminados en salas de espera rodantes
Esperando verte, esperando decirte
Que es lejos
Que el oeste con el sur
hacen mucha fuerza para besarse.
Sarandí, metáfora indecisa
Una laguna, un estadio, monoblocks,
Y tu casa, al otro lado de mi mundo.
Son paredes
Que nos visten
De distancias.

domingo, 1 de febrero de 2009

Dario Garrido

Y la madre del Rey era una pijotera
Me da pena...
Ya falta poco...
Y con ciruelas secas me vano


La madre del rey era una pijotera
Jamas se hundieron los pirineos malditos,
Jamas la humanidad se reservo para si,
Ya falta poco.

Desatornillame a mi.