miércoles, 21 de septiembre de 2016

Paloma Silva Rebés

Selección de : La esquina de tu casa en todas las horas posibles

I

Caminaba con un vestido floreado mimo, cuerpo de trece años
sobre el borde de la pileta, mojado.
Levantaba los brazos horizontalmente,
pretendiendo un equilibrio que no buscaba.
La noche era cálida. Le pregunto:
¿Por qué haces eso? Te vas a caer.
Es que quiero caerme, así puedo entrar aunque no me dejen.
¡Y tírate!
No, quiero que sea sin querer.
Con los brazos levantados iba y volvía, sabía que el pie le iba a resbalar.
Abajo su mama mujer hablaba con la mía mujer
de algunas otras mujeres que hacían cosas malas
con algunos otros hombres. Y ella se cayó.
El vestido se le mojo todo, su pelo limpio, sus pulseras, su reloj pink.
No tuvo excusa su mama mujer y la dejó un rato hasta después de cenar.
Y no comimos, quedamos de vestido floreado mimo, cuerpo de trece años
hasta tarde en la pileta. La noche era cálida.
El agua es más tibia y amena cuando más oscuro es.
Volvió su mama mujer  y seguíamos en la pileta.
No tuvo más remedio y la dejo quedarse a dormir.
A la otra mañana le iba a pasar a buscar. La noche era cálida.
Los árboles altos de atrás nos lanzaban murciélagos que nunca nos pegaban.

El agua cuando más oscuro, más tibia es. 

II

Para las mujeres de madera,
en el lugar, siempre, del incendio,
la palabra es tacto.

Olvida el mundo
a las bocas y manos sin cuerpo;
la constante vergüenza, asco.

El mejor lugar es la palabra
donde no pueden sacarnos el velo
Y no nos entregan a nadie, salvo a nosotras.

Nos lastiman, hieren, matan.
Las mujeres que me hablan me confunden,
no sé qué elegir,
si las risas, si la herida, si el puñal.

Mientras se ríen nos apuñalan
y nos dejan solas en el incendio.
Miramos la herida que no arde.
O si arde, se nos olvida.

¿Será,
que nos confunden de incendio
para apagar el propio, para olvidarlo
y llevar oscuridades al fuego?


VII

Buscarse entre ojos.
(Copas que uno nunca termina de tomar).

Buscarse entre pieles.
(Mapas de una tierra solo en la memoria).

Buscarse entre olores.
Olvidarse que todo olor
explota en silencio.

Abre un hueco en la garganta.
La voz se olvida por donde salir.

Buscarse, desertora.
Matarse de arañazos desprevenidos.


XI

Voy a hacerte a mi imagen.
De tu carne, tu sangre,
viento…

            ¡Deshacerte!

Cuando te dé esto,
lo único que tengo
será solamente
paraqué una vez adentro tuyo,
romperte.

            ¡Deshacerte!

Los hombres a veces piensan
que todo bajo el cielo les pertenece.


XVI

Poeta tan intacta como una piedra.
Poeta poseída por el ruido de las cosas chicas.
(Muertas a los ojos de la luz. La sombra…
la sombra se enamora)

No soy poeta.

Mi lengua es más lejana que…
pero mis ojos son más cercanos que mi cuerpo.

En tus brazos soy sol
sin día y sin luna
perseguidora.

Aunque la noche, todos sabemos,
enreda, y nos lleva colgados de sus ruidos
en la soledad sola que nos viste
y nos tira y mueve como hojas.
La noche es cuna
de lo que no se muere.

El vacío, el silencio,
la luz, lo oscuro,
las bocas, las palabras,
la comida, el hambre
invitan a dejar de simular
lo que no sabemos ser.

Poeta abandonada
debajo de una cama que no recuerda cual.

No soy poeta. Y no hay tiempo, espacio
para sentirse solo, nunca.

Pero, aun no existiendo rincones
en este mundo arrinconado…
¿Por qué nos sentimos tan solos
entre tantas soledades?

XXX

Primera parte

Un lugar para nosotras
las huérfanas de tacto por tanta piel.
A nosotras que nos parecemos más al cuerpo fosilizado
de una mariposa
que a los ojos que nos miran
con deseo, valorativos, lujuria
pero nunca con coraje.

Segunda Parte

Somos un recuerdo melancólico
de una divinidad ausente, dijo Manuel.
No me importa lo que diga Manuel.
El recuerdo doblemente recuerdo
es fuego que no destruye,
arde.

Tercera Parte

Por eso, nos miramos con coraje.
Aún exhausta del rol de rosa, dijo Storni.
Aun exhaustas de la violencia, el miedo y el asco.
Aún exhaustas de lo que dicen que somos.
Aun exhaustas de los que nos dicen.

Cuarta parte

Voy al puente.
Elijo lo que se elige por sí mismo;
me quedo en los costados mirando
en espera de lo que no se dice.

Acaso, seré farol.