viernes, 22 de octubre de 2010

Albin




Montaráz

Arbóreas emanaciones
envuelven mi espacio orgánico.



Hojarasca que yace, inerte,
acallando el transcurrir.
Radiantes hojas conforman
cierta cobertura vegetal,
ornamentada por haces de luz.
Dentro de un regazo forestal
me aniño, retomando el candor
de quien descubre su real tamaño.
Savias puras a beber se ofrecen
desde vetas bajo el sol.
Verdeocres mantos
tienden su hálito
para vislumbrar una sutil conexión
con la naturaleza genuina.

Transito junglas frondosas,
sobre ancianas maderas me recuesto,


recobrando la capacidad oculta
de captar el rumor en la espesura,
interpretando una suave melodía rural,
que a la piel deviene follaje.


Noctámbulo

deja que la noche introduzca
su haz de penumbra siniestra
bajo el párpado.
Admite esta oscura profecía
que ahora ronda los tejados
latiendo como lengua de chacal
lunar y hambriento.

tu seguro círculo de luz seminal
se verá invadido, con premura,
por la irrupción brutal del
negro manto.
Y un misterio
podrá suceder sin necesidad
de responder a la conciencia
hace tiempo prisionera.


Ábrete a las sombras



Desde las cúpulas.


Creo oír tu voz llamando [...] distante
desde cúpulas desiertas
que hienden los cielos
tu voz reclama mi presencia y el abrigo
con que te cubría del viento otoñal
en los desvaríos de la inconsciencia
hallo el rostro y la tibia piel
de tu evocación frecuente

sueños(( ansías(( nostalgia
de un destino que no fue
entonces ¿porqué hoy
retornas agitándome el reposo
clamando desde auroras desguarnecidas
por mi compañía y consuelo?
abandonas así el destierro prometido
mientras que yo continúo
sumido en fatales espejismos
provocados por romances sin futuro
y el recuerdo de tu forma en el vacío


Torbellino

hay un carrusel
en la maleza de mi raíz
que gira sin cesar sin estruendo
sus espejos me retratan niño
azorado desde los ojos hasta
las palmas tenues de no asir

vuelvo a trepar los bólidos en escala
el caballo subeybaja
y aquel avioncito doble comando
que planea más allá de la cresta
verde hasta el cielo
Ah! mi hermana ríe
descifrando una sortija de augur
que sostiene el dueño del destino

cuánta vuelta das calesita
que me suspendes
en recuerdos
hoy no sostengo doctrinas
en boga ni me apresto
al tránsito por mejor carril

sólo ascender
sobre árboles en formación
y sentir el aeronauta torbellino
que tal vez mañana
me juzgue estático ante el bochorno
de una madurez a pesar mío


Salvo las aguas

Aves de laguna deleitan
mi sensibilidad amurallada
con su trino color al cielo
saltan fluyen vuelan
sobre gentíos lastimados
por tanto barullo a toda hora

también miro flores
radiar encantos para solaz
del caminante sin capital
que anima pasos hasta aquí
las orillas vegetales
los campos sin cruces ni herramientas
que sin embargo permanecen
bajo amenaza de tóxicos y desechos
producto del consumo a perpetuidad

no quiero pensar
que a mi descendencia
le esté vedado este júbilo
de comunión con la naturaleza
pues cuanto ven mis ojos
es de todos y de nadie
y por ello se debe respeto
a Abya Yala nuestra madre
la que provee y sustenta
la que dispone lugares para
morar compartiendo lo que nace
de su digna matriz planetaria



Arlane

lunes, 18 de octubre de 2010

Julieta Desmarás


Julieta Desmarás. Buenos Aires, Argentina, 1982 Gran parte de su infancia y adolescencia la vivió en el sur argentino. Redactora Publicitaria. Mantiene un Blog sobre poesía contemporánea y publica para diferentes revistas culturales, nacionales e internacionales. Actualmente, asiste a cursos de crítica e historia del arte y participa de talleres dictados por reconocidos poetas y escritores. Algunos de sus poemas fueron incluidos en la Antología "Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana" publicado por Lord Byron Ediciones, España. Se encuentra trabajando en la elaboración de su primer libro de poemas.




Ácaros de Invierno.



Te invito a que miremos juntos el solsticio por internet

compartamos la hornalla

y tu boca se acomode en alguna grieta de la mía:

la helada viene hacia nosotros.



Y nuestros cuerpos en el revuelco

del instante

se disuelven como copos.



Te invito a que miremos juntos el solsticio por internet

Te abrigues en mi saco de lana hasta formarse pelotitas

y tu boca sea una grieta de la mía:

la helada viene hacia nosotros.


ya no tendremos más que revolcarnos

al instante

la pava desafina gemidos y quema café.


Te invito a que miremos juntos el solsticio

La helada viene hacia nosotros

Y nuestros cuerpos en el instante

revuelco

se disuelven como pocos.

Ya somos

ácaros de otros libros.



África suya

A las seis y media comienza, para mí, la tarde.

Cazadora de palabras mosqueantes

revientan a la hora del té

y esas manchas no salen.

¡Salvaje, no vuelvas!

Mi silueta, al igual que estas tierras,

duerme al costado del vacío.

Alguna vez, sí, habrán congeniado.

Es una gran selva el amor,

erosiona grietas y estrías

y suaviza al león.

¡Salvaje, no vuelvas!

de mi pollera, al igual que esas cebras,

te acordarás a la hora del té.


(De mi pollera, al igual que esas cebras,

¿te acordarás a la hora del té?)


Julieta Desmarás, 17 de Septiembre, 2010.


Hombre alado

Hombre, ¿qué es lo que ves y tensa tu porte?
¿Será el tormento del don
que adivina tus pies en el suelo?
¿Qué harás, hombre? Anclando lunas con tu peso de niño.

Estás vivo y te inquieta el batir de tus alas.
Transparentes pero no invisibles
declaran y sentencian
desolación.

Hombre, fruncís tu boca.
Pero es inevitable,
con mate se hincha el cuerpo.
No hay silencio posible.
Es inevitable,
tu voz siempre será ruido de calle.

¿Qué harás, hombre? ¿Anclando lunas con tu peso de niño?


La memoria (René Magritte, 1948)


Pasará, pasará, pasará

mufa un tata.

Y volverá, volverá, volverá

como todos los días el tren.

Las nubes pasajeras,

la hoja inmadura y arrancada,

lo bello y lo feo,

un día; no cualquier otro,

se refriega en su cara.

Las cortinas abiertas,

un cielo ingenuo posa,

insiste sobre la ventana.

Sanará, sanará y pasará.


De vez en cuando, el día es perverso;

dura lo que duele una nube pasajera.

sábado, 2 de octubre de 2010

Julia González


La metamorfosis de Julia *


Todos los perros del mundo ladraron a las 6.36,
estaban anunciando un desastre ambiental.
Los escuché y desde entonces no pude dormir.
Estoy conectada con todos los seres que no son personas
y cuando se comunican entre ellos, los oigo.
Pero éste es mi mundo,
tan rígido,
donde no siento nada,
que quisiera transformarme en perro.
Me envuelvo en una manta de lana
aunque escapar del frío de la madrugada es una misión helénica.
La computadora huele a motor,
y un vaso de agua ayuda al malestar,
relajando el estómago por donde suben las arcadas.
A mi izquierda,
la cortina liviana se mueve por el viento
detrás de la bisagra detrás de la persiana cerrada
detrás del anuncio de los perros,
y trasluce una ranura de plantas de tierra oscura,
y un pulmón de manzana empapado por el desastre climático.
El estómago relajado remueve las nulas emociones.
No siento nada, sólo un bloqueo de cuerpo muerto,
enroscado en el piso, mordiéndose la cola, las patas,
y mi amo que no se levanta.

* otro posible título es Laberinto sin Bowie

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Panacea II


¡Acá está!

Sus textos caminan con otros hombres que cantan en random.

Todos hombres aleatorios.

Dice que le gusta el nombre de mi libro,

me sonrojo de balde porque nadie me ve.

Soy libre a las 2 am

por primera vez en el día.

Niños corren dentro mío,

más allá está el encierro,

es un matorral de espejos.

A dormir, chicos.

Vayan con el silencio, vayan por allá que hay sopa,

shh, que les van a leer.

Veo el cuerpo rígido desde acá,

es un terreno bloqueado,

pero el griterío va desapareciendo con zoom.

Y los cantautores se sientan a la mesa,

se sirven whisky en vasos chatos.

Todos son hombres que cantan lindo y lastimero.

Todos jóvenes menos uno.

La panacea es la noche sin rejas.


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