miércoles, 1 de junio de 2016

Sebastían Muape

Que no te olviden


Van quedando lejos tus hazañas, Monstruo. El tiempo hace su daño habitual y te desdibuja, te pone sepia, capa por capa vas quedando atrás y el olvido sorete parece haberse ensañado con vos. Decí que hay millones de memorias, almas y corazones asaltados por tu carisma universal, por la magia infinita de tu zurda y esa mirada de guapo de esquina; que nunca jamás van a dejar de recordarte, de emocionarse hasta las venas con esas imágenes que nos regalaste durante tantos años. Los valientes de hoy te ningunean, se quedan con los bardos, con tus quilombos, son vaguitos que ni siquiera se preocupan en sentarse frente a un tv a revisarte, buscan la salida facilonga de intentar lo imposible; pero sin saber tan sólo en qué lugar de la cancha te parabas. Pero si ví tanto crack rendirse a tus pies, tantos grandes guerreros pidiendole explicaciones a las nubes, con los ojos entrecerrados, mientras vos pegabas ese salto descomunal después de cada gol. Vi tanto fenómeno con cara de pánico dentro de un tunel, minutos antes de salir a enfrentarte, esa es la mirada del terror, la que vos bien conocés, porque así te miraron siempre. Se alejan tus hazañas Diego, Argentinos parece de otra era biológica, México es como un sueño, de esos que nunca se sabe si uno los vivió o sólo pudo imaginarlos. Nápoli, las noches sin dormir para pegarse el domingo tempranito, a ver cómo tirabas abajo arcos, tribunas, ciudades y camisetas. Nosotros no estuvimos sentados al lado de Mozart, pero podemos decir que es incomparable, inconmensurable, inabarcable; no le pasamos apuntes a Shakespeare; solamente entendemos lo que significa, sin embargo con vos es distinto, alguna cuenta te quieren cobrar, está clarito. Hace treinta años, nos diste la alegría más grande de nuestra historia, te uniste indisolublemente a la gloria, te le hiciste amigo, te la chamuyaste y ella claro, te aceptó el convite ¡cómo negarse! Una vez más, pusiste de rodillas a los opulentos, que te sonreían con ganas de escupirte, no te arreglaron sorteos, no te limpiaron el camino porque no eran tus compinches, ni mucho menos. Qué dolor me provoca ver cómo ahora, parece que la petisa de cinco kilos de oro, no tiene valor, no le importa a nadie; ya dejó de ser el anhelo de cuanto futbolero se precie de tal ¿Quién carajo nos convenció de semejante crimen dialéctico? ¿Cómo fue que nos dejamos enredar en esa ridiculez, por el sólo hecho de querer igualarte? Te compararon con Alonso, con Bochini, te fuiste a España y te tiraron con Zico, ya en Nápoli; los oponentes de turno se multiplicaron: Baggio, Gullit, Platini, Zola. Dijiste chau y te quisimos emparentar con Ronaldo, Rivaldo, Zidane, Ronaldinho y así podría seguir; pero ninguno te ata los cordones. Los contemporáneos de Messi, ni hablar, ya se apuraban cuando el pibe fue Balón de Oro, como si eso fuera suficiente y ahora, viendo que el Mundial mira para otro lado, se justifican con eso de que: "El Mundial ya no es lo que era" y giladas de esa estirpe. Convencé a un fanático del Tenis, de que se puede ser grande sin Wimbledon, a un fierrero de que se alcanza la gloria sin ganar en Mónaco. Decime si podés doblarle el brazo a un loco del Box, con la afiebrada idea de que el más grande de todos los tiempos, no tiene el Cinturón del Consejo Mundial, imposible, te va a querer pelear. Sin embargo ahora queremos dar vuelta la taba y a otra cosa, salida barata y poco comprometida. Hasta el último día de mi vida, les voy a hablar a mis hijos y nietos de vos, eso lo se. Les voy a regalar mis videos, mis libros, mis " El Gráfico". Si deciden que alguien te arrebató el trono, que al menos sea habiendo buscado donde había que buscar.