lunes, 20 de agosto de 2012

Marcelo Peiti


I

Conciencia universal

Más no parámetros

Impuestos en una lógica lineal,

Con un final aparente.

Alejado de toda concepción

 De realidad mundana.

Distinción de conciencia universal pura

Donde incluso yace,

La vacuidad ultima.


II

Observa y no mires a la vez

Recuerda tu otra realidad silenciosa.

Detrás del espejo de silogismos,

Te has disparado infinitas veces, rozando tu ser.

Queriendo, ansiando ser apariencia.


III

Lo que parecía lejano, no lo está.

Inclusive carece de existencia, es una utopía y no lo es.

En este segundo pasa el destino

En este segundo todo se desvanece

Es solo un fragmento más

Perdiéndose en lo infinito
 

IV

El nacer es el sufrir

Su correlativo esencial

Millones sufren en este instante,

Por el descuido del ser

Oda a la sustancia universal

Más no me rechaces en mi última verdad.



V

Culpar al pecado bajo un ``stipes patibulum”

Es propio de conciencia terrenal

Sustancia y naturaleza, conciben el pecado

El silencio lo es todo.

La melodía del momento callado es eterna

Aunque haya pasado ya.

Inerte en la mente, escapa de las dualidades

Huye del pecado.



VI

El éxtasis de haber sido sustancia,

El conformismo de haber sido dual.

Naturaleza corrompida.

Magno infinito en los ojos

No parpadees otra vez

Naturaleza corrompida, humana.

Recuerdos….cierra los ojos.



VII

Ilusión, te beso

Te destrono, te amo

Te odio, vuelvo a amarte

Vuelvo a engendrarte en mis pensamientos

Una y millones de veces.

Solo pasaron segundos…



VIII

Amor apócrifo, detrás del espejo.

Caricias en instantes de cielo

Sonrisas corrompidas

Sufrimiento inconmensurable

Paz, empatía

Silencio…soledad ultima

Extinción



IX

Sumergido en dualismos

Frecuencias constantes

Resonancias sistematizadas

Plegarias diurnas, clamores nocturnos

Aun sin haber nacido, sin ser esencia

Esperando lo infinito llegar

Mientras, todo se convierte en pasado

Otra vez.

Mantén los ojos cerrados en el mundo

Y abiertos en la conciencia universal.



X

Abrazo fraternal

Complicidad de amantes

Engaños sumidos en la mente

Antes realidad hoy nada, solo recuerdos

Fragmentos de conciencia universal,

Diseminados en ojos cerrados

Aflicciones, ignominia.

Todo es pasado.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Federico Frisach

1


El olor dulce

delataba

en la mañana

húmeda

que toda esa vegetación

era un reflejo

de la belleza.

Un oviedo

con sus más

redondas, jugosas

perfectas y verdes

uvas.

Pero de ellas, una sola

cargaba el veneno

capaz de aniquilar

en pocos segundos

a quien la muerda.


Y los hombres, avisados

y horrorizados

como siempre suelen

estarlo,

se enfrentaron

entre ellos,

todos,

para decidir el orden

de elección

de cada uva.

Creían que los primeros en elegir

tenían más chances de

sobrevivir.

Por que al haber más cantidad

de uvas sanas

tenían menos posibilidad de comer

la envenenada.

Yo aguardé,

en silencio,

sin arañar el pellejo

de nadie.

Sin implorar la pena

de nadie,

sin quebrar, sin gritar,

sin enfrentar, sin discernir.

Sólo esperé

silbando mi mejor

canción.

Mi turno fue

el último,

cuando quedaban sólo

dos uvas.

Fui, y tuve el tiempo

de verlas, y compararlas,

de tocarlas, y sentir

su jugoso dulzor

o su pesado y amargo

veneno.

Pude sacarle poder

al azar

y ser el responsable

de mi decisión.

Eso creo es

honrar

la humanidad.


Agarré la uva deliciosa

y la comí.

Sin lugar a dudas

parecía la más sabrosa

de todas.

Y al ver a todos

aquellos

otros hombres

descompuestos,

transpirando, delirando,

sacados de sí

pude entender

así

ninguna uva estaba

realmente

envenenada.

El veneno corría

por las venas

espesando la sangre

aturdiendo la mente

doblegando la voz,

en ese humano tan

mediocre,

que escapa, pobre,

de su propósito

único

de existencia.

Él nace en dos patas

pero es cierto,

prefiere, y anhela

volver a caminar

con las cuatro.

El veneno

entonces

estaba allí,

dentro de él

y se expresa,

en su miedo,

y en su arrogancia,

y en su ambición

y egoísmo,

y en la miseria,

y en cada ansiedad,

en la incertidumbre,

en el llanto,

en la risa,

también en aquella forma

de caminar

y devastar

aniquilando

por miedo

a ser

aniquilado.

Detrás de esa

sonrisa, de esas

palabras llenas de

agonía

espiritual,

entre esos ojos

sin luz

tan inútiles y

superficiales,

detrás de todo ese

manojo de ideas

absorbidas

absurdas,

está el veneno

que amarga toda

única, verídica,

dulce,

vida.


2

Es tierra sucia

envenenada

por la guerra.

El aire ya no es

aire

el agua ya no es

agua.

El humano ya no es

eso.

Hay algo, detrás

como un olor oculto

una nube escondida,

algo,

que ha distorsionado

esto.


Entre las bombas

del hambre,

las explosiones

en cada amanecer,

ese niño llora

abrazado a sus rodillas.

Sucio, desnutrido

un espejo roto

de la tierra.

No hay mano alguna

que pueda consolar.

Pero dentro

de él,

está sembrada

la semilla intacta

de la virtud.

Que sólo nace

del dolor.

Que debe ser

regada, cada instante

con la abundancia

de la rectitud,

y de la fuerza

blanca

del espíritu

que todo ser

es.


Allí, el niño

deja de llorar

agradeciendo tal

exceso de sal.

Nada más

ni nada menos,

que toda esa demencia

y toda esas muertes,

sus torturas,

y sus profundos, oscuros y helados

agujeros

absolutamente todo

aquello

que es

la guerra,

ha sido un enigmático

plan,

mudo,

para que ese niño

aprenda, aquí, ahora.


Su conciencia

lo vale,

su aprendizaje,

todo el camino sagrado

hacia la rendición

del incondicional

amor

lo vale

por completo.


¿Quién osa calificar

como injusto,

todo ese cataclismo

terrible

si es sólo el escarmiento

regalado a ese

único

niño?


Es parte

del plan.

Es parte de aquella

hermosa

música, que sólo

se deja escuchar

por esos pocos

que buscan,

y besan

las manos, de luz

que logra iluminar

todo aquel

punzante

mutilador

y deforme

dolor.