viernes, 25 de septiembre de 2015

Martín Espinosa

Un poema maradoniano

Parece
que el fin de la euforia
nos encontró
sin tranquilizantes.

Necesito
mi amor
que esta noche
me recites
desnuda
un poema
maradoniano.

Porque
hoy no fue
un buen día:
la lluvia de invierno
(ni pantuflas ni mate),
el canto perverso
de las viejas sirenas,
el porro de los cartoneros,
“ese tipo de cosas”,
hicieron
que llegue tarde
y perdí
otra vez
el presentismo.

En el subte
imaginé 
la explosión
de una bomba
en el cementerio.

Una fotocopia
en la dicha
por no saber
la verdad:
es un cover
de algo
que supo ser
más puro
y original.

¿Cómo
se sobrevive
en un mundo
ya sin cerdos
ni peces?

Es muy en serio
mi amor
esta noche
la sed
es insoportable
y no se
que pueda pasarme
si no escucho
en el viento sur
un poema
maradoniano.

Lo prometo:
esta vez
la resaca
no va a doler.  


Ruidos molestos

Esta luz blanca
hace que la noche
parezca imposible.

Y el silencio
en peligro:
ya son demasiadas
las voces
como murallas
entre las cosas
y nosotros.

¿qué hay
abajo?
¿y bien al fondo?
¿alguien
se anima
a raspar?

¿y vos
qué preferís?
¿una mesa
o una idea?

Todo tuyo
es el mundo
si elegiste
a la mesa.

Nada es gratis

Esa frase
no la entendí bien al principio
nada es gratis
dijo el Monje del Conurbano,
un maestro zen
en el corazón del Abasto.

Hasta que la cuenta llegó
(cobrada a palazos) 
en la puerta de una cancha
de visitante
sin custodia.

Decidí visitar al Monje
(necesitaba un bonustrack de su mística)
en el tren compré mantecol
mientras dos pibes
se peleaban en el furgón
por el título mundial de la Oscuridad
ganó un rato cada uno
al final
perdieron los dos

Me recibió en su casa
y al estrechar su mano callosa
recuperé  la calma perdida

Le entregué mis ofrendas:
dos bolsas con verduras
un pedazo de queso
media docena de huevos

Hicimos una sopa
hablamos de Henry Miller. 



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