lunes, 13 de mayo de 2013

Alfredo Mario Figueras


Pródromo, exordio y variación.

En el caso de García Márquez, el prólogo es también un cuento (en “Doce Cuentos Peregrinos”). La situación del Bicho Antenudo es bien distinta. No sabe escribir prefacios y los cuentos, que dice escribir, ni siquiera son tales. No es matemático, astrónomo ni filósofo y sin embargo no tiene reparos al acometer temas científicos que desconoce de principio a fin. Tiene dos antenas, hermosas por cierto, y una trompa de 90 centímetros que lo diferencian de cualquier otro escritor. Antes, era un bicho normal. Pero un día, como cuenta en la página 218, se transformó en un bicho antenudo. Por suerte, lleva sus antenas con orgullo. Renunció a un alto cargo en el prestigiosísimo “Teatro El Chillón” y se puso al servicio de una misteriosa asociación que lo conmina a prosificar según necesidades específicas. Igualmente, siempre que puede, se muestra a favor de los cuises y de la música nacional argentina y latinoamericana (que desconoce por completo pero sabe que le gustaría). Tiene sólo dos dimensiones, para facilitarle el trabajo a los retratistas y hacerle la vida imposible a los escultores. Sin más que decir, los dejo con éste mamotreto que espero puedan digerir.
                                                     x  La Hermana Antenuda



Nunca dejen un prólogo en las garras de un familiar, escríbanlo ustedes mismos. Aprendan de mi desgracia. Si lo hubiera escrito yo…
¡Qué bien habría hablado de mí mismo!

                                                    x  El Bicho Antenudo 


 El parrillero sabio.    
"Este baño está clausurado desde la 2da. Fundación de Buenos Aires"
(de un cartel de un baño… al que siempre me acerco esperanzado).

Tres señoritas inglesas, discutieron fuertemente bajo la sombra que proyecta la estatua del Resero (en Mataderos). La disputa, cuentan las viejas, fue por cuestiones de honor. Sin embargo, fuentes oficiales dicen que, luego de haber comprado tres sanguches de chorizo y un vacipán (éste último a ser dividido), comenzaron a darse terribles carterazos, hijos de la angurria y del conocimiento del ensayo de Isaac Asimov acerca de la imposibilidad de cortar una tiza en tres partes iguales. También conocían el cuento “Tres portugueses bajo un paraguas, sin contar el muerto” (de Rodolfo Walsh). Pero este cuento no influyó, porque la cosa venía por sanguches de vacío mal liquidados  y no por razones difíciles de desentrañar. Aparte, hay un vacío legal que todos conocemos.
El origen del escándalo quizá sea un misterio, no así su resolución. Un parrillero galante, y con buena mercadería, les ofertó tres sanguches de entraña al precio de uno. Ellas, aprovecharon la ocasión (de H. Baldi) y pagaron el entrañipán, que se triplicaría, para salvar una amistad que las mantenía unidas desde que compraron un departamento de 4 ambientes en Caballito, hace más de 30 años.


 El deber no es bueno.

Hoy hice lo mismo que hago cada fin de año. Puse el despertador a las 05:00 hs. y me acosté a las 21:00 hs. Cuando sonó la alarma, en ese silencio tremendo de un primero de enero, me levanté y fui a buscar mi bomba de estruendo. La encendí con dos dedos, no por darme dique sino porque son los únicos que me quedan después de tantos accidentes con pirotecnia, y la arrojé (ésta vez con más suerte) en un zaguán con muy buena acústica. El barrio, pobre, se desperezó al borde del infarto por mi ocurrencia y yo, con la satisfacción del deber cumplido, me tiré otra vez a la catrera.

Basura Extraña

Junté mis mejores poesías, les bailé un malambo y las tiré al tacho. Pasé, al rato, y ya no estaban; Aparte había basura ajena. Bueno, apagué la luz y me fui a dormir. Acostado y en tinieblas (de las que abundan en mi vida) entré en pánico. Eran las 3 de la mañana, mi casa estaba perfectamente cerrada y yo me encontraba solo como siempre. Eso sí, en mi techo había una basura extraña. Y en mi tacho también.


 Bicho inteligentudo

Antes, cuando no era un Bicho Antenudo, yo era muy inteligentudo. Mi berretín consistía en escribir sólo cosas trascendentales. Por eso, esperé 30 años (a contar desde los 52, cuando se logra cierta estructura mental) para hacer mis primeros pininos. Pude escribir unos miserables renglones inconexos, que aquí mostraré:
Hablaba un inglés muy extraño, con el acento propio de su Córdoba natal.
El silencio absoluto no existe, ni siquiera en condiciones de laboratorio.
Había cumplido los 15 y un revolver fue su último regalo.
Sus neuronas habían entregado todo, ya nada podía pedirles.
Era un gran estratega, pero ese día lo acorralaron. Nunca se supo por qué.
Cada vez que salía olvidaba su nombre, su patria y su grafía.
Perdió el hambre por esperarla, por suerte ya no la espera.
Una idea le carcomía el cerebro; El forense encontró un bicho taladro.
Cuando podamos comparar el ayer con el mañana, se va a armar un tole-tole que dejará pipones a los noticieros.
Posdata: Si alguien pudo unir algo o encontrar un chispazo de literatura, me avisa y me explica. 

 El único gol del partido

“-Pisculicho, se la pasa a Fornica que está solo en el área. Fornica solo… Fornica solo… Goool.”
(del libro “La Guardia Imperial Hincha sin cesar”, de César Albino Encaj)

-Ese tango, inició la fisura que aprovecharían los compositores modernos para un quiebre posterior. La letra era mala, la música verdaderamente asquerosa y de una simplicidad ultrajante, y el título… no tenía gancho. ¡Si parecía escrito por un chancho, mire!
-Pero… ¿Cómo puede ser que semejante porquería haya iniciado una escuela?
-Es que lo importante de esta magnífica obra, fue el mensaje que supo transmitir.
-Ah, usted dice que de una manera críptica y quizá no tan elegante, daba a entender profundos razonamientos filosóficos ¿no?
-No, es que antes de cantarse el tango propiamente dicho se recitaban unos fragmentos de “Herencia pa’ un Hijo Gaucho”. Y esto, ayudó al crecimiento intelectual de los parroquianos milongueros.
-Pero, entonces el mérito corresponde a Don José Larralde. Es algo externo al tango. Acá, le están afanando los derechos de…
-¡Callesé, no levante la perdiz  que hay mucha guita pa’ repartir!
-Ummm… Creo que empiezo a comprender el valor de este tango. ¿Cambio no tiene? Porque necesito monedas para el bondi.  


 El vicedibujante Nudo

-Soy el segundo mejor dibujante de Bichos Antenudos de todo el mundo.
-¿Y el primero quién es?
-Yo, también. Pero prefiero presentarme así, de una manera más humilde.

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