lunes, 26 de julio de 2010

Agustín Pisani

Extractos de: Sin Mon Nefas

Contacto con el autor: agustinpisani@hotmail.com


Non Thue

Sin inspirarme en el paisaje, las piedras, tábanos en mis pies, secuestran mi mirada y tu huella a mis pies. La adrenalina salvaje en la embestidura del agua de tus ojos provoca olas en el lago que ya casi descansa a mis pies. Quizás te llegué este mensaje en la botella o lo capture un pescador, prefiero dejarlo escrito en el papiro de mis pies. No sé leer la partitura del lugar, imagino en el espejo y te acuso con el dolo de querer. Instancias decisivas, cálculos extravagantes, el cuero sucio, las posibilidades mínimas de tenerte y más, tener. El señuelo de tu boca, la comida rancia, la pupila de tu voz rompen a pedradas esta choza cansada de aletear. La sangre o tus microbios se escuchan con un eco, sueltan las parodias del pasado y unas chispas que enceguecen las fronteras entre vos y otra sensación.


Cuánto nos falta desaprender

Qué ideal que suena esto para la vagancia que se junta cada tarde en la placita, para los alumnos del último banco, para quienes ignoran sus “faltas”. En fin, para muchos. Sin embargo dudo de la existencia de asuntos más jodidos. Romper el hábito del cigarrillo, de la tensión innecesaria en el músculo inmediato inferior al cóccix, reeducar nuestra respiración, la forma de mirar, recordar que hay un ser humano del otro lado del chat; entonces: reconquistar la manera de pensar (que es siempre lo que influye en todo lo demás).Qué difícil dejar de lado lo aprendido por imposición, para tomar una nueva imposición que promete ser mejor que la anterior; pero que no es más que un nuevo modo de… lamento en este preciso instante no recordar aquello que escribí durante una clase de simiología, quiero decir: semiología. Estaba yo, gracias a mi magnífico poder de concentración, tan poco divertido que escribí lo siguiente (pero muy distinto): $%&%$·”!%$%& y más. Luego llegué a una conclusión: lo que estaba estudiando en ese momento no era más que lo refutado por un tercero que a su vez y, tal cual el otro también lo había hecho (valiéndose de la teoría previa) iba a ser refutado por un diferente quía y que así sucesivamente se seguirían refutando por los siglos de los ¿Siglos? Estudiar en minutos o en cuatrimestres, vidas de
seres que canalizaron su máxima energía en lo que ahora uno toma derretido de diversión, suele aparecerse en mi balero como algo radicalmente despectivo. Después de todo pensaba yo, la puerta está abierta y podés ir a aburrirte por ahí. En las radios o en las teles o en los medios (que deberían llamarse enteros por su importancia, pero nulos por su mensaje próspero de comunicación), digo entonces en los nulos de ética; pasa algo muy parecido. Ya no importa. Una vez más, gracias a mi poder de concentración desvié el tema principal. Quiero explayarme pues, en la red de subterráneo de París. Termina siempre esa trama en los mismos lugares, pero cada viajante va, si bien por la misma senda, por diversos trayectos. Como sostengo lo de la semiología, defiendo lo del año bisiesto también. Qué difícil desaprender las técnicas que aprehendemos. Qué difícil aceptar el vocabulario formal en una tribuna de fútbol, qué situación querer comprar una computadora con especias. Se sobrevive o se vive. Se vive o se vive plenamente. El pulgar hacia arriba, hacia el medio o hacia abajo. Norte, sur, este, oeste. Cómo desprendernos de cuatro puntos cardinales que preestablecen al mundo que observamos. Qué sería del ser que no posea ubicación, digo; además de desubicado, aprendió gracias a desaprender que de las dos formas, se puede cada uno tanto ubicar como desubicar. El perro si obedece es inteligente, los seres humanos si acatan órdenes no siempre son inteligentes. Obtener un uno como nota en la escuela en Alemania equivale a un diez. El naipe aquél es el mejor para “la canasta”, no así en “el truco”. Simultáneamente vemos cómo todo es relativo y cómo esta afirmación resulta absolutamente cierta. Causa gracia tal vez, pero aunque sea por un momento
el perro es absolutamente inteligente, el uno es la mejor nota, etcétera. Es una cuestión de perspectivas. El problema es creer que lo que se acaba de afirmar es cierto, o sea, lo es pero sólo en parte. Se desconoce un fragmento y se testifica el hecho desde lo conocido. De este modo es como andamos por la vida, a medias. Por lo menos no vamos descalzos, aunque tal vez eso nos ayudaría a dejar de pensar sobre cosas como estas, de una estirpe completamente ficticia, irreal, que sin conciencia lastiman a la raza humana tanto como los perros inteligentes.Qué sendero el de desaprender y aprender, qué comodidad tan ficticia como hipocondríaca resulta lo que tenemos. Sólo me cabe pensar en pensar positivamente, “Yo pienso positivo por eso vivo, por eso vivo”, escuché en una canción mientras mi amigo me terminaba de despertar con el teléfono… habían caído las Torres Gemelas, era un once de setiembre sin clases, como todos los once de setiembre. Recién hoy me entero que los once de setiembre no hay clases porque es el día del Maestro. Sé que me he desviado completamente por culpa de esta última apreciación del planteo de las perspectivas, mas volveré al asunto, aunque sería mejor que cada uno retorne cuando se le antoje desde el punto que le plazca y si no se le parece… Qué difícil es desaprender que nuestras manías no son más que papeles que llenan de manera efímera el hueco que Lacan percibe siempre insaciable. Ese vacío que se enemista con las publicidades, así como el Coyote con el Correcaminos. Todo, claro está, desde mi perspectiva, que es la única que vale.


Elegir estar enamorado

Lo maravilloso de estar enamorado es que yo no elijo. Si hay que salir con amigos alguna noche o simplemente hacer algo en alguna casa, siempre es para líos. Que adónde vamos, que cuáles son las opciones y si nos quedamos en qué casa y qué hacemos y a qué juego de mesa jugamos y qué película podríamos llegar a ver y qué y cómo y dónde y hasta cuándo y lo peor y lo mejor y etcétera. Por eso siempre es bueno tener a alguien que elija, ya sea por conveniencia o porque sí. Cuando yo estoy enamorado no elijo si es linda, arbitrariamente lo es. Tampoco pienso en la ropa que lleva porque siempre tiene puesto el vestido gris con rosas blancas y alguna pintita roja que tanto promueve mi enamoramiento hacia ella. A veces vamos al teatro o al cine a ver una de esas de terror, pero yo me entero lo que hice porque me lo comenta ella. Recién cuando me desenamoro y veo los tickets de las salas de cine y teatro, reparo en mis acciones. Cuando yo estoy enamorado me dice algunas cosas como “soy muy feliz a tu lado, amado” o “la cena está lista, cociné lo que más te gusta”. A veces me suspira (soy completamente consciente de ello) que lo único que quiere es irse de viaje conmigo a alguna isla paradisíacamente desierta. Cuando yo estoy enamorado ella cuenta las mejores historias para dormirme, también deja perfume en cada retazo de mi ropa. Si no me peino
es pensando en que su mano jamás podría deslizarse torpemente por cualquier superficie. Yo me enamoro y encuentro campo donde después de desenamorarme hay pavimento estropeado. Por eso me enamoro, porque vivo una realidad plena, su voz no desafina y la tele hace bien a mi salud. Pero tengo un grave problema: Nunca pude elegir cuándo enamorarme. En esos momentos en los que estoy desenamorado sufro de un síndrome terrible que muchos padecen momentáneamente, ver la otra realidad. Esa verdad que te condena a los programas de la tarde, al zapping (que no es más que elegir y cuesta tanto hacerlo que yo le he sacado las pilas al control remoto). El bendito zapping. Los desenamorados sostienen que no es más que el síndrome de creer que uno se pierde de algo mejor, por eso cambian de canal. Intentan elegir. Intentan pero nada más. Su intento es el intento de intentar elegir, por eso yo quiero enamorarme; no elegir ser tonto o inteligente. Porque hay que ser inteligente para elegir entre ser tonto o inteligente; bueno o malo, de postura correcta o insalubre. Asimismo en las elecciones todos perdemos (no estoy hablando de política). De todas formas, una vez escuché que todos estamos enamorados ya sea de objetos, de “súper yos” (o yoes, o hasta de yoyos o yo yoes), de gente o de programas de TV. El estar enamorado dicen que es un hipnotismo, pero no sé si es tan cierto. Cuando yo me enamoro regalo flores a los taxistas, pongo carteles de “busco empleado” en cada comercio; juego a la ruleta rusa con pistolas de agua y de vez en cuando meto un gol en la “Bombonera”. A mí el “estado hipnótico” me enaltece como ser humano, ser humano que nunca elige; para ello hay otra gente que trabaja de eso. Hablo de política y de economía, ahora sí. Por tal motivo me enamoro de un gusano que canta bajo la lluvia los martes de primavera - verano; pero los otoño- invierno… ahí me las rebusco. Me refugio en mi casa, que es
el futuro enamoramiento; dejo que otros tomen decisiones por mí, total para cuando entra el calorcito, yo ya estoy enamorado y ella me prepara siempre ese manjar tan exquisito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ME GUSTA

Zenhaust dijo...

Permitamé señor vertir alabanzas sobre sus escritos con la relevancia que merecen.

Quiero expresar mis agradecimientos más sinceros por sus escritos, colmados de sentimiento compartido por el más común de los mortales.

Espero sepa disculpar mi intromisión en el afán de divulgar su obra, y aumentar así la cuantía de sus seguidores, publicando alguna de ses obras en el siguiente sitio.

www.relatosparatodos.com

Otros autores como Demian Mazur o Andrés Bovin forman ya parte destacada de la comunidad.

Reciba mi más sincera enhorabuena por su trabajo.