lunes, 4 de mayo de 2009

Ale Raymond

eva baja del árbol las raíces de lo que será la fruta de la nueva pasión donde reside la semilla del pasado el ojo del huracán la tormenta en un pezón que se mezcla con una teta con un cuerpo con un suelo con una tierra fértil que da sus frutos acariciando la serpiente que se arrastra hasta que le salen alas y crecen y vuelan por el mismo cielo que se nubla tiembla y deja caer miles de millones de gotas que se clavan formando charcos espejos lagunas ríos de vida que dan la vuelta al mundo donde quiero estar con vos justo en el momento cuando mordés la pulpa y el jugo se escurre entre los labios que yo beso y me confundo y no creo que haya un árbol del bien y el mal sino más bien una sombra para dormir la siesta y soñar soñar soñarte entre mis piernas entre tus pelos entre mis ramas entre tus hojas plantando las semillas de la pasión fructífera con raíces del árbol del que baja eva

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la semilla que tengo en el corazón
me combate me abriga
más allá de la razón
me obliga a que lo diga
un domingo sin calzón
una mañana adonde siga
una maremoto sin control
es despertar en un bar
ser una ventana un color
un crayón sin pizarrón
un caballo sobre el adoquín
una muerte un amigo un desliz
una vida fuerte unos dientes
una semilla clavada
una tierra corazón

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cuando la niebla sea aire y pastos al viento
una sonrisa que una tarde dejó caer por apenas unas monedas,
es un arco iris violento que quedó en la esquina.
Valeria no sabe la tristeza que esconden las baldosas
pero respira un aire de campo en plena urbe.
Yo te canto un reloj constante.
Mis hermanos miran desde afuera pero tienen sus adentros.
La tarde es sólo una sombra.
imaginar es una bicicleta de madera,
Valeria tiene dientes para morder
todas las manzanas del paraíso,
y en el supermercado llora sin consuelo.
Sabe cosas que no quiere saber,
sueña sueños que los otros descartan,
busca en su bolso un libro que la comprenda.
Muere, feliz, en su barrio.

un país vestido de vacas.
unos zapatos más grandes que la piedra,
hambres que no se arreglan en un solo banquete.

Hoy corte el poste para calentar el agua,
mañana no tendré más sombra,
Valeria sabe que hoy no va a llover,
ni ayer,
ni siquiera mañana,
no va a llover nunca como ella quiere que llueva,
jamás compro el paraguas.
el amor toca timbre en la casa del vecino.
yo apenas tengo pulmones para morirme,
Valeria se olvido las galletitas,
no era el momento de acordarse,
los momentos y las galletitas siempre se pudren,
capaz crece un poco el árbol del patio.
Quizás venga alguien por el cartel,
mañana abro la heladera.
la noche nos acerca bastante,
hay dos o tres o cien perros sin casa ni caricias,

ayer fui pibe.
Valeria encuentra un abrazo en el tren,
la música le da lo que los diarios le sacan.
Caminamos sin pies,
el horizonte no esta más cerca,
ayer escribimos un poema como este,
hoy no es un buen día,
mi papá saca fotos igual,
mañana las va a revelar.

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Fue al cine para ver las luces, viajo en avión para ver las luces, fue a la autopista para ver las luces, abría la heladera para ver la luz; tenia dos veladores, una salamandra, una linterna, muchas lamparitas y una gran ventana: todo para ver la luz. La última vez que lo vi me susurró: la luz no ilumina nada.

1 comentario:

ىilvia. dijo...

muy buen blog, bellas poesías