viernes, 19 de agosto de 2011

Leandro Gabilondo

TU NOMBRE

Las palabras pernoctan
en el telo de tu idioma,
ronronean en tu tapial,
vuelan bajito,
se chocan el Obelisco y siguen;
por ejemplo:
a mí me encanta ver
tu nombre en minúscula,
roza lo obse,
puede ser,
pero posta,
te siento más cerca,
asignación universal por corazón,
no te diferencio de nada,
podés ser una preposición,
una onomatopeya en euskera,
un participio histérico,
todo aquello que se muere
en la tempestad de un párrafo,
podés ser hasta la contraseña de mi mail,
un slogan del silencio,
el lunfardo de nuestra siesta,
un acorde menor,
un verso de Rodolfo Edwards,
podés estar entre paréntesis,
podés ser lo que quieras,
la firma de un cheque en blanco,
el verbo de un apellido,
hasta un sinónimo de la primavera
que me nace desde el pecho,
cada vez que asumo la resistencia.


SEVENTY FIVE

El viernes muere despacio,
es un delay de pozo ciego,
viajo solo en el 75
desde Boedo a Retiro,
mi cabeza mete corcheas
contra la ventanilla
y pienso que somos
una máquina de esperar;
me aburro,
reviso el pasaje,
las plataformas
para Arrecifes y Rosario
suelen ser las mismas,
de la 24 a la 36,
OK,
mi viejo siempre contesta así
todos los mensajes de texto,
sino me llama,
y me habla de mi hermana
o de River,
semáforo,
malabares punk,
pienso que se quemó
la lamparita del baño,
que la distancia es un
secuestro sin prensa,
una escena lenta de un
corto sin presupuesto,
que perdí el papelito
para ir a buscar la ropa,
que La Plata queda cerca
pero no la conozco,
no hay nada que me lleve,
que se yo,
sólo algunos poemas de Fiebelkorn
o canciones de Moretti;
¡ojo!,
coincido,
el tiempo es insoportable,
a mí también me tiene podrido,
antropologuitos mirándote las piernas,
kirchnerismo,
besos,
fotos en Europa,
paciencia,
ojos negros,
Nino Bravo en YouTube,
comprate una guitarra,
cuidala,
metela siempre en la funda,
haceme caso,
odiame para la hinchada,
puteame por protocolo,
pero en serio,
las canciones de tres acordes
nos cambian la vida,
espero que te acuerdes siempre,
como yo,
el amanecer a la orilla del río
y el sol que nos lleva lejos,
nos aturde,
como los frenos de este armatoste,
triste, cansado,
que avanza bajo la noche de San Cristobal,
imponente,
y sigo solo,
brazos cruzados,
el chofer mueve las cejas
en el corazón del espejo,
pasan los bares peruanos,
la periferia de Miserere
y el abismo de la 9 de julio;
solísimo,
el bondi es todo mío,
puedo hacer la vertical,
flexiones de brazos o
meter un pique corto…
me quedo sentado,
recién en Plaza San Martín
una mujer vestida de negro
tiene frio en la parada;
sube,
murmura: uno veinte,
arruga el boleto,
se sienta,
y en un abrir y cerrar de mundos,
el silencio nos explota en la cara,
como una piñata llena de ausencia.

UN POEMA DEL PIBE DE SISTEMA

Quién pudiese hacerle Copy/Paste
al sexo apurado en la cocina,
Ctrl Z a esa noche que te vi besando a un surfer,
o reiniciarnos, cuando estamos lentos.

De ahora en más,
pienso armar un Power Point con cada gesto,
comprar un router wi-fi para tus ojos,
hacer un back up de cada amanecer,
y guardar en mi pendrive de sangre,
un Excel de tu silencio.

No sabés cuanto necesito,
que aprietes el F5 de mi vida.

SUPONETE

Suponete que te mienta,
suponete que soy un delivery con lluvia,
suponete que un árbol crezca en el cuerpo de una bala,
suponete que tu memoria tenga índice,
suponete que un pájaro lloré en tu altura,
suponete que me exilie del quilombo de tu paz,
suponete que ayer nunca fuimos un feriado,
suponete no se, que se yo, o sea,
suponete que empatemos,
suponete que perdamos,
suponete que tu papá lea estos poemas,
suponete que a tu mamá le de miedo,
suponete que te robe los lentes de contacto,
suponete que todo no se puede,
suponete que no nos alcance el tiempo para odiarnos,
suponete que esa noche nos dio pereza tanto futuro junto,
suponete que te fueras,
suponete que no da.

La estudiante de Letras apoyó el vaso en la mesa de luz,
soltó el humo, le acarició los rulos de su nalga,
y toda china y sonriendo, le dijo:

suponte, mi vida, suponte.


LA ESPERANZA

Izando la bandera del martirio
se nos va a romper el joystick del progreso,
nos vamos a volver marginales
hasta perder la noción de la distancia.

Esta vez,
ojitos de Almendra,
no creo que metas
una foto del Marqués de Sade
dentro de tu voto;
esta vez no,
ahora la patria también se parece
a nuestras siestas con el ventilador al taco.


PUNTO DE FUGA

Salir de trabajar es hermoso y lento
como discutir sobre Peronismo.
Otro día parece terminar,
la infancia de la noche reposa
sobre una publicidad de shampoo,
el sol dejó la vereda hirviendo,
me siento al revés en el 160
y veo como me abandono en un punto de fuga,
huyendo paulatinamente de la distancia.


ME QUEMA LA CABEZA PENSAR QUE TE VAS A IR A VIVIR A FRANCIA


Entonces te imagino caminando por el Boulevard Sébastopol
de la mano de uno de esos,
los nuevos pensadores argentinos,
un puaner ortodoxo,
un snob, un ortiva,
esos que en las reuniones no nombran Cortázar
porque es un lugar común,
esos que siguen eternamente merodeando los pasillos de Puan,
saco negro, morral de cuero,
porque saben que las pibitas de primer año
andan por el patio hablando de Estructuralismo,
buscando que Fogwill vuelva y las enamore para siempre,
tengo ratitos que me desesperan,
y me quema la cabeza pensar que te vas a ir a vivir a Francia,
porque además siempre te veo con un tipo así,
parece apropósito,
pienso que se van a cruzar con Zidane en un restaurant
y este pelafustán que te abraza no lo va a reconocer,
esos tipos son así,
Zidane es un poema,
su ídolo es Francescoli,
que es uruguayo como la Maga,
pero vos no sos la Maga ni Ludlud,
y ninguno de los amigos de tu Oliveira será Gregorovius,
nunca,
pero vas a conocer París sin mí,
se me cae una lágrima cuando lo pienso,
te imagino comparando París con el bajo Belgrano,
diciendo sonriente que te recuerda a las calles
que rodean la cancha de Excursio,
o Barrancas,
donde frena el 15,
donde está pintado el mural de Toni “El Gordo”
con un chumbo en la cintura,
te veo hacerte la feliz,
cualquiera,
este poema iba a tener cuatro versos,
me levanto en el medio de la noche porque no aguanto,
tengo frío,
me pongo el buzo de entrenamiento de River,
el de la temporada anterior,
y que River juegue en la B ya no es más una metáfora,
y París tampoco,
es un lugar de mierda que vas a conocer sin mi,
los sábados vas a tirar piedras en el Senna,
vas a hacer patito,
y acá,
si entran los visitantes,
a mi me van tirar piedras los pibes de Merlo,
pero no creo que eso pase,
aunque acá nunca se sabe,
no es como en París,
que andan sin buscarte pero sabiendo que te van a encontrar,
no,
acá no,
la línea D va llena y olvídate,
ya sabemos que perdemos,
y me quema la cabeza pensar que te vas a vivir a Francia,
me saco el buzo,
el pantalón,
las medias,
dejo una en cada zapatilla,
apago la luz,
toda dormida,
el pelo sobre la cara,
te abrazo,
murmurás,
y en la oscuridad de la habitación
veo la fosforescencia de un matapolillas,
redonda,
con el perímetro desprolijo,
como lo que veo cuando cierro bien fuerte los ojos,
como la luz de la bengala que ilumina mar adentro tu noche.


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