viernes, 9 de agosto de 2013

Mirna Rey

- Minutos -


Todavía no logro escuchar hasta el final ese tema que apenas dura 4 minutos.
En el primero enmudezco cuando estando vos, solía cantarlo.
Cuando transcurre el segundo tiemblo debido al tsunami de caricias tuyas que regresan a mi piel aunque tu ausencia me diga que son sólo recuerdos.
Durante el tercero intento ver mi rostro solitario en el espejo que tantas veces reflejó colores, sombras y siluetas de dos cuerpos vibrando juntos pero reaparecen ante mí tan nítidas y tantas vívidas escenas que no me encuentro.
Llegando al último minuto desconecto el aparato, y un silencio irrespirable me dice que por fin se ha terminado.
Y sin embargo, unas lágrimas que hacen tímidos charquitos sobre el cd que tengo entre mis manos me avisan que muy, muy dentro mío el tema aún, sigue sonando.





- ALGORITHMUS - 

Quizá lo nuestro sea una cuestión geométrica.
Quizá el hecho de que no tengamos ningún punto en común nos haga ubicarnos en el espacio-tiempo como dos rectas paralelas que no coinciden en nada, que jamás deberían cruzarse, ni tocarse, ni compartir alguna vez uno de sus puntos ni cualquiera de sus prolongaciones, como las vías de un tren.
Sin embargo, hay veces en que quizá debido a la acción de las partículas espaciales, cuando vos te acercás a mí o yo a vos, la fuerza de atracción resultante entre nuestros cuerpos llega a una magnitud tal que es capaz de producir  una variación hacia el infinito de la interacción gravitatoria individual que sólo y por ese instante es exactamente, la misma.
Entonces, tanto el tensor de curvatura como el tensor de energía-impulso se multiplican inevitablemente a la n potencia, y eso permite que nuestros vectores se alineen, y que necesitemos depender el uno del otro durante un tiempo que no es medible con ningún reloj, ni de sol, ni de arena, ni analógico, digital ni atómico.
A la vez, todo hace que nuestras pendientes se toquen, que nuestros respectivos coeficientes x e y pasen a ser proporcionales, y que el algoritmo de todos éstos factores dé como único resultado posible la unión de todos nuestros puntos, haciéndolos coincidir a todos ellos en un ángulo de 0° sobre el nivel del mar.
Quizá lo nuestro sea una cuestión geométrica, porque cuando ese evento espacial magnético nos sucede, todos nuestros puntos logran coincidir durante ese loop del espacio-tiempo al que damos vida sobre la tierra, y entonces es que probablemente por esas ecuaciones físico-astronómicas que suele adoptar el amor, vos y yo podamos ser dos rectas paralelas y a la vez, una y la misma recta.